1 nov 2007

Dos

Se vieron otra vez el domingo pasado. Tus ojos brillosos y el cabello bien arreglado -con ese atuendo que habías preparado con semanas de anticipación- te hacía ver como una de las princesas de los cuentos que leíamos cuando niñas, estabas lista para aquel encuentro que había sucedido tantas veces mientras dormías, y que ahora por fin lo podías hacer realidad. Calculadora y perfeccionista, como siempre, esperabas que todo saliera como querías, esperabas matarlo con la mirada, dejarlo atónito y con ganas de no separarse de ti jamás. No imaginaste que, por primera vez, nada saldría como esperabas... tú princesa de cuentos e hija de Venus, estabas a punto de experimentar la desazón que deja ver tu plan perfecto hecho pedazos.

Llegaste y con tu mirada sobre los hombros saludabas delicadamente a todos, mientras tanto, y con un disimulo del que sólo tú eres dueña, lo buscabas por entre la multitud. Después de treinta dolorosos minutos lo hallaste por fin, muy al fondo, siendo él mismo, con su pose de intelectual y despistado que adorabas tanto, pero que jamás hacías notar, obviamente. Caminaste hacia él abriendo paso con tus manos, y paseaste tu figura delante de sus ojos, como buscando algo, dándole la señal de "estoy aquí", luego te sentaste y esperaste a que se te acercara. No te dió resultado, querida, él ni se inmutó... te enoja mucho que haga eso, ¿verdad? Tu esperabas su mirada examinadora sobre tí, su intento de sonrisa y sus palabras que se trataban en un intento desesperado de impresionarte con su vocabulario... nada de eso se dio, princesa. A cambio recibiste nada, y te dolió, porque frunciste más el ceño, porque tus ojos se llenaban de lágrimas, que limpiabas para impedir que se paseen por tus rosadas mejillas, y porque te pusiste de pie y te acercaste hasta donde él estaba, rodeado de más muchachas, amigas tuyas, y al escuchar su voz pausada tu frágil cuerpo se estremeció.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya! El karma haciendo su trabajo en una pobre presuntuosa de la vida!! Interesante postura, si se ve de un modo impersonal; lo cierto es que... cuántas veces realmente sucede?

No sé si te ha pasado pero es más frecuente a la inversa. Tú sabes... aquel desden que o se vuelve estadística o se acumula en las desilusiones, finalmente los fracasos siempre se giran al portador.

Si no estuviera consciente de su boba y rotunda belleza hispánica...