A veces, en días soleados y noches frías como ésta, quiero poder retroceder el tiempo. Nadar desde la superficie en donde estoy, hasta la orilla y caminar, caminar hasta llegar al punto en el que toda esta mentira y antifaces sobre mi rostro comenzaron a aparecer. Siento la necesidad de redescubrirme y hallar quien en verdad soy, mis verdaderas actitudes... quiero dejar de lado la ficción y comenzar a vivir la realidad. Cuando volteo y miro las imágenes en el camino, siento que no fui feliz, que el YO que encarnaba en ese momento tal vez lo fue, pero la verdadera persona, no. Y me arrepiento tanto de haber vivido sin vivir, de haber actuado sin obrar, de haber sido sin ser en realidad. Imposible ignorar la pregunta que rebota en mi cabeza, aquella a la que ya no puedo dejar de escuchar, aquella que exclama ¿qué hubiese pasado si en realidad en tu vida hubieras sido tu, y no lo que querían que fueras?
A veces, en días soleados y noches frías como ésta siento tanto temor de la soledad en la que estoy, que desearía poder retroceder el tiempo...
A veces, en días soleados y noches frías como ésta siento tanto temor de la soledad en la que estoy, que desearía poder retroceder el tiempo...
2 comentarios:
A veces me siento así también. En qué momento dejé de ser alguien que era genuinamente yo y empecé a ser una mezcla de lo que la sociedad me pedía, lo que hacía pensando agradar a otros, lo que me copiaba y el YO genuino.
Pero leer y compartir opiniones, cosas que la gente hace menos cada día (especialmente la primera), siempre sirven.
Es muy típico de nuestra sociedad occidental... llorar por un paraíso perdido. Sin embargo, y a la luz de la historia, una ciencia que amo, siempre descubrimos que el pasado no es tan brillante y tan genuino como pensábamos. Los egipcios añoran su gloria pasada, pero olvidan cómo vivía su gente en ese entonces, o las comodidades que hasta el más pobre tiene hoy, y que la gente de antaño no.
Y lo mismo con nuestras vidas. Tendemos a recordar el pasado... más brillante de lo que en realidad era. Extrañaba los días en mi escuela de niño, y mis amigos de esos días, por ejemplo... hasta que el otro día me puse a ver fotos viejas con mi hermana. Recordé tantas cosas bonitas y feas...
Bueh, creo que entiendes lo que quiero decir.
En todo caso, desde que entramos al kindergarten empezamos a perder un poco de nuestro YO genuino (que de paso es gran parte copia de nuestros padres), y empezamos a cambiar, adaptarnos, evolucionar.
Siempre que los cambios sean buenos... bienvenidos?
=P
El humano como ser social siente aversión hacia la soledad. Sin embargo, me parece sorprendente que ambos compartamos ese miedo.
Más allá de fantasías locas, es por cosas como esta que es melancólico y bonito pensar cómo hubieran sido nuestras vidas si nos hubiéramos conocido en aquellos años. Es melancólico pensar en todo aquello que nos acongojaba entonces, y en la posibilidad de que nos repelamos por nuestras corazas tímidas y antisociales, o peor aún, que nos hundiéramos el uno al otro con nuestro pesimismo propio de la adolescencia. A la vez, quiero pensar que al encontrarnos, sea como sea, nos acompañaríamos en la soledad a la que tanto tememos, y enfrentaríamos la oscuridad con el brillo de tomarnos de la mano. Eso, eso es bonito.
Al final, creo que es justo decir que al escuchar nuestros pasados, ambos quisiéramos estar en los momentos más difíciles del otro. Así de puro es esto. Este sentimiento que me das, que me hace sonreír y ver todo de colores, con música tenue en mi cabeza. Y es que es esto lo que te quiero decir:
Desearía con todas mis fuerzas que hayas sido feliz, desearía poder cambiar eso, convencerte de alguna manera de que ser tu misma era lo mejor que le podías ofrecer al mundo. Pero no puedo. Nadie puede. Sólo nos queda el presente y el futuro. Desde que te conocí he visto a tu verdadero YO, y lo amo. Ya no tienes tanto miedo de mostrarlo. Has madurado. Te has vuelto fuerte. Ya no escondes tus palabras ni tu sonrisa. Derramas la belleza de tu ser a tu alrededor. Gracias.
Sólo te pido que lo sigas haciendo, y es que en determinadas circunstancias aún eres o haces lo que los demás piden.
Nadie le dice a una flor cómo tiene que ser, cuántos pétalos o qué colores debe tener. La flor sólo es, como sólo ella sabe ser, y su belleza es incuestionable, al igual que la tuya.
Voy a terminar este mensaje diciéndote que mi felicidad eres tú siendo feliz, que no hay nada más hermoso en mi vida que haberte conocido, y que a veces, en días soleados y noches frías como ésta, tan sólo quiero estar a tu lado.
Dichosamente tuyo, now and forever,
Your Mau
Publicar un comentario